lunes, 19 de mayo de 2008

Algo mas que podriamos saber...

Los sistemas hidráulicos utilizados en la región de Murcia a lo largo de la historia, y concretamente en época romana, han tenido un doble objetivo; en primer lugar, garantizar las necesidades básicas de conducción y abastecimiento, tanto para el riego como para su utilización en establecimientos termales. En segundo, el almacenamiento con el fin de asegurar la disponibilidad de recursos hídricos en épocas de carestía.

Sistemas de almacenamiento y captación de aguas

Uno de los tipos de estructuras de carácter hidráulico más frecuentes en la Región de Murcia son las vinculadas al almacenamiento de aguas pluviales, considerada por los antiguos de muy buena calidad y del todo saludable.
Estas cisternas tenían como principal finalidad la de servir como reserva hídrica, siendo su variedad muy grande, impidiendo realizar una catalogación general. Las hay situadas junto a los patios interiores de las casas y villas, llamadas impluvium, que recogían el agua que caía sobre el tejado de las casas. Este tipo de cisternas son frecuentes en núcleos urbanos (Carthago Nova), en villas rurales, como la descrita en la Villa de Villaricos o en otro tipo de establecimientos, como la Hospedería Romana de Baños de Fortuna, donde se conservaron dos grandes balsas
Este tipo de estructuras suele ir recubierta por un mortero hidráulico, llamado opus signinum, muy resistente y completamente impermeable, fabricado mezclando argamasa con cerámica machacada.




Distribución de la aguas

Una vez almacenada el agua había que disponer los medios necesarios para asegurar su distribución. Aunque en muchas ocasiones casas y villas no contaron con este sistema de canalizaciones, llamadas tubuli, cuando las tuberías eran de madera, piedra o cerámica, y fistulae cuando se realizaban en metal, casi siempre plomo.
Entre todas ellas las más comunes eran las de cerámica, no sólo por ser las más económicas y fáciles de reparar, sino por ser las más salubres. A este respecto el arquitecto romano Vitrubio decía: 'el agua es más sana viniendo de tubuli que de fistuale, la razón es que el plomo la vicia'.'(Vitrubio, De architectura, VII, 6,10).
Los tubuli de cerámica, de los que se han encontrado numerosos ejemplos en excavaciones urbanas en Cartagena y Mazarrón, estaban formados por dos partes, cuyo espesor estaba en torno al los tres centímetros, de gran diámetro, encajándose una sección dentro de la otra mediante un sencillo sistema de machiembrado.
Las fistuale son más escasas; destaca la tubería de plomo conservada en la gran cisterna de la Villa de Villaricos, donde desaguaba el agua recogida en el impluvium.

El valle del Guadalentín será una de las zonas más favorecidas en esta época con sistemas de regadío. En el Rincón de Almendricos se ha detectado un sistema de conducción de aguas que dirigía éstas desde un pozo al poblado y a los campos de cultivo cercanos. Evidencias de esta actividad agrícola son también hallazgos de muelas de molino y restos de herramientas para la agricultura, como dientes de hoces.A los iberos se les conoce como habitantes de los ríos. Sus santuarios están muy ligados a la existencia de los cauces de agua. Es posible que fueran ellos quienes desecaron zonas pantanosas del Segura para la creación de la huerta de Murcia, en el siglo III a. de C.Las explotaciones agrícolas cartaginesas (villae del ager cartaginensis) se expanden por toda Murcia ya en el siglo II a. de C. Los Torrejones, de Yecla, constituyen un ejemplo de esto.

El regadío y RomaOchocientos años antes de que lo hicieran los árabes, los romanos ya habían distribuido el suelo de la región por medio de la llamada Centuratio o centuración. Ésta consistía en la parcelación y distribución de las colonias romanas entre sus pobladores para ponerlas en cultivo. Los romanos efectuaron labores de saneamiento de la huerta de Murcia, desecando diversas marismas para poder asentarse en ellas.

Interpretación del sistema de abastecimiento de agua de Cartagena romana (basado en las referencias de Elena Ruiz Valderas, Alejandro Egea y M. Martínez Andreu).



La conquista romana fue la auténtica impulsora de la agricultora en la región. Los gobernantes y las legiones romanas propiciaron obras públicas con resultados muy eficaces en este terreno. La vida agrícola cobró en su tiempo una especial importancia en la región, sobre todo en la comarcas más próximas al Segura.Se han detectado regadíos de origen romano en diversas ramblas de la región, en las que existen conducciones, presas, canales y acueductos –algunos de considerable extensión– que indican una clara procedencia romana. Morales Gil1 cita varios regadíos romanos de especial relevancia: El Prado, en Jumilla utilizaba un caudal de 40 l./seg. procedente de una fuente al norte de la actual población. Este agua era conducida por un acueducto de cuatro kilómetros de longitud, distribuyéndola entre las casas a través de una red de canales. El regadío pudo estar integrado hasta por 4000 Ha. de cereales, viñedo y olivar.Entre Jumilla y Abarán, en la rambla del Moro, existía un canal de derivación de más de un km. para derivar las aguas de lluvia hasta un estanque cuyas aguas se utilizaban también para el riego. Otro sistema de aprovechamiento pluvial de origen romano estuvo enclavado en la rambla del Garruchal.Aparte de estos grandes sistemas de regadío, son numerosos los restos y testigos que han quedado en la región de la impronta romana en obras de ingeniería para el consumo y para el riego.

domingo, 18 de mayo de 2008

Relación de Cuencas - Sistema Pluvial

El espacio geográfico es sometido constantemente a transformaciones que muchas veces han provocado la ruptura del equilibrio necesario entre los diferentes componentes de un paisaje específico trayendo consigo una desproporción con empobrecimiento de elementos positivos y aumento excesivo de elementos negativos para el correcto desenvolvimiento de los procesos naturales. Si se tiene al agua como elemento primordial en dicho equilibrio, se comprenderá la razón de realizar un estudio evaluativo de un área como base muy importante para conocer los cambios innecesarios ocurridos, la tendencia de los mismos y las soluciones a tomar para erradicar los problemas

La cuenca hidrográfica se considera como una unidad geográfica y de manejo, que adquiere su identidad y estructura funcional a través del ciclo hidrológico y el estudio de su funcionamiento constituye una tarea a enfrentar con la colaboración de diversas disciplinas.

Por lo tanto el estudio de las cuencas permite mejorar la evaluación de los riesgos de inundación y la gestión de los recursos hídricos gracias a que es posible medir la entrada, acumulación y salida de sus aguas, además de planificar y gestionar su aprovechamiento analíticamente. Asimismo, se ha comprobado que las investigaciones no deben realizarse a pequeña escala (muy localizadas) debido a su ineficacia, ya que si resuelven un problema concreto local, suelen generar otros que afectan a un sector diferente del resto del área en el sistema hidrográfico.


La cuenca es un territorio separado de las superficies adyacentes por divisorias mejor o peor definidas. La cuenca pluvial, hidrogeológica o de drenaje se puede estudiar como una expresión territorial del sistema ambiental donde las precipitaciones son redistribuidas en cada uno de los componentes del ciclo hidrológico.
El carácter y comportamiento del sistema pluvial de una cuenca es siempre complejo, reflejando controles e interrelaciones de sus componentes: energía solar, gravedad, clima, litología, topografía, cubierta vegetal y de los suelos, usos del territorio, etc. El estudio sistémico de los paisajes pluviales permite centrar la atención en la relación existente entre procesos y morfología, destacando el carácter multivariante de los fenómenos geomorfológicos, así como una consideración global del paisaje físico en el que el hombre puede desempeñar una importante acción, convirtiéndose en un agente modelador más.
Recordemos que una cuenca hidrográfica es el área total que vierte sus aguas de escorrentía a un único río; que una cuenca de drenaje es la parte de la superficie terrestre que es drenada por un sistema pluvial unitario; y que su perímetro queda delimitado por la divisoria o interfluvio. Es posible identificar la línea divisoria sobre un mapa topográfico; en regiones montañosas suele coincidir con la línea de cumbres. La cuenca de drenaje es la unidad básica de investigación de la capacidad de escorrentía, demudación y densidad de drenaje.
La escorrentía es el volumen de agua que circula por una cuenca de drenaje, en otras palabras, es la altura en milímetros de agua de lluvia escurrida y extendida uniformemente. Escorrentía = precipitación –evapotranspiración. Otros autores definen la escorrentía como el agua procedente de la lluvia o de la fusión nival, que no es retenida por la vegetación (intercepción) y supera la capacidad de filtración del suelo ocupando las zonas más deprimidas del terreno, donde el agua se estanca o fluye buscando zonas aun más deprimidas


El escurrimiento pluvial urbano se rige por los procesos naturales del ciclo hidrológico: precipitación, intercepción por la parte de la vegetación y detención superficial, infiltración y almacenamiento subterráneo (pérdidas), escurrimiento superficial y encauzado. La antropización produce profundas alteraciones en el medio generando impactos significativos por la cantidad de agua (crecientes, inundaciones) como la calidad de la misma (el sistema existente). Al desarrollarse la urbanización de un área se lleva a cabo la limpieza de terrenos modificando la vegetación y la permeabilidad del suelo, se impermeabilizan grandes superficies disminuyendo la infiltración y alterando el flujo hacia los acuíferos subterráneos. Se sustituye las vías naturales de drenaje por canales y conductos impermeables. Un sistema pluvial puede presentar fallas de cualquier tipo afectando a una comunidad o a una población, Colocando algún ejemplo de la vida real sobre como funciona este proceso… nos trasladaremos a un acontecimiento:

La Plata, Buenos Aires – Argentina, día 4 de febrero del 2001 Bajo los 940 kilómetros cuadrados de superficie que posee La Plata se encuentra oculta la red pluvial, un sistema construido hace más de 50 años con la intención de hacer drenar rápidamente el agua derivada de las precipitaciones. Claro está, con el tiempo se agregaron algunas cañerías y sumideros pero se dice que hasta el momento no se ha encarado una remodelación estructural del mecanismo tendiente a paliar las inundaciones que azotaban (una y otra vez) a los 600 mil habitantes. En la misma línea expresan funcionaros y profesionales que, además, creen que demandaría “más de dos años” la puesta en práctica de un plan global de reestructuración del sistema. El problema radica en que “el programa en cuestión aún no existía y ni siquiera se habían efectuado estudios sobre el tema. Para resolver el inconveniente, se calificó a La Plata como un gran dique construido para contener el agua en las arterias. Elaborando un análisis sobre las cuencas y caños que hacen correr el líquido sobre esa área. El Ingeniero hidráulico que trabajaba en la obra calificó que el sistema pluvial era obsoleto, esto se debía es que el sistema fue pensado para una ciudad que no tenia tantas edificaciones y tanto pavimento. Esta se construyo hace 50 años atrás cuando existía, muchos baldíos y arterias de tierras que permitían otras maneras del drenaje del agua caído en las precipitaciones. El agua tiene tres maneras de drenar evaporación, filtración y por los conductos pluviales. Para el 2001 fluía solo por cañerías porque donde yacían baldíos hace 50 años existen edificaciones y el agua no podía pasar sobre los poros del terreno. Y por lo tanto el caudal culminaba en las bocas de tormentas. La red pluvial no esta solo compuesto solo de cañerías y sumideros, sino también de cuencas de tienden a evitar en desbordes de arroyos. Actualmente el sistema fue solventado, se tomaron 2 años en la reconstrucción total del mismo, para solventar el problema que azotaba los vecinos y comerciantes que eran las principales victimas por la acumulación de agua.

Está claro que el combate a las inundaciones exige una atención mucho mayor y de firme voluntad a las partes altas y media de las cuencas hidrográficas. Las reparaciones realizadas en las partes bajas no garantizan seguridad para el futuro. Lo emergente tiene su limitación y hay que atenderlo. Pero lo fundamental obliga a mirar más lejos. Nuestras cuencas hidrográficas están deterioradas. Se ha llegado al límite de resistencia por abusos que las han debilitado, como la deforestación.. Necesitamos un manejo sustentable, con buen respaldo gubernamental, de las partes que originan la riqueza fluvial propia del país.

jueves, 8 de mayo de 2008